A veces me pasa que pienso en qué hubiera pasado si no hubiese cogido ese tren de vuelta. Si en julio hubiese empaquetado toda una vida para reubicarla en otras nuevas cuatro paredes muy lejos de aquí. Desde donde hoy escribo. Qué hubiera pasado si hubiese renunciado a un sueño. No habría vuelta atrás, me dijeron. Otros, que sí. Claro que sí.si esa tarde, en vez de coger el teléfono y haber mandado ese mensaje, lo hubiese apagado. Hasta el día siguiente. Quizá hoy viviría más tranquila o, quizá, acabaría descubriéndolo. Qué hubiera pasado si. Quién sabe.
Me suele pasar muy pocas veces al mes porque he ido llenando de libros, flores y cuadros esta casa. Como siempre digo, “nuevos momentos, nuevos recuerdos”. Sin embargo, siguen sonando las mismas canciones, aquellas que me hacen cerrar los ojos y sentir cada nota, cada palabra. Hay una canción que lleva en mi mente más de medio año, una frase que tantas veces he cantado bajito esperando a que un día decida gritarla, cantarla, rasgarla. Sacarla de dentro. La escuché durante todos mis viajes en tren, en todas las horas tumbada al sol y en todos mis paseos redescubriendo Madrid (y, por tanto, redescubriéndome a mí). Mientras coso, mientras trabajo, mientras sueño. Dice Antonio García, cantante de Arde Bogotá, que para él la salvación va más allá de las cosas doradas y brillantes que un día le prometieron, sino que es algo bien pequeño, como un beso en el espigón. Yo llevo años buscando la salida, la salvación, por eso la primera vez que escuché la canción se me erizó la piel. La respuesta era muy sencilla y estaba escondida en mí. Y ahora sé que la salvación siempre ha estado en las palabras, en los abrazos y en la sonrisa. En todas las cosas casi invisibles del día a día que me hacen vivir en calma.
Entendí, entonces, por qué debía seguir cogiendo esos trenes, abrazando con la misma fuerza, llenando mi casa de flores y perdiéndome entre libros que leer cuando todo oscurece. Cuando el silencio protagoniza la noche. El mismo que ya me deja dormir.
La salvación.
Marta Osuna.